Contenido

EL FUEGO

Tadeo Gavilán es un pirómano.

De pequeño, su madre lo llevó al psicólogo para buscar una solución para sus problemas de conducta tras haber sido expulsado por iniciar un fuego en dentro de la escuela. Para contenerlo, comenzaron a utilizar su lado artístico para que dibujara con jugo de limón quemado.

Esos dibujos lo ayudaron durante años a apaciguar su conducta. Sin embargo, el anhelo por las llamas no se pierde. Tadeo es un personaje que se precia por su sensatez, pero también por tener el carácter volátil del fuego. Cálido cuando se mantiene dentro de los límites razonables, un infierno en tierra cuando pasa esos límites.

MEG

Meg era apenas una cachorrona nueva entre los perros de las peleas cuando Franco lo llevó por primera vez a las fábricas abandonadas en las que se organizaban. Tadeo no resistió a ver que la castigaran, él mismo se interpuso entre el tablón de madera que utilizaban y ella para protegerla. No les servía, así que le permitieron llevársela.

Tomó mucha paciencia, esfuerzo y cariño conseguir que el animal perdiera el terror que sentía por los humanos. Tadeo le dedicó todo su tiempo libre, trabajó el verano entero para pagar a un adiestrador de perros y aprendió él mismo sobre el tema.

Años después, no hay lugar al que Tadeo vaya sin su mascota, y si lo hace, no puede esperar a la hora de tenerla a su lado de nuevo.

EL PERRO GUARDIÁN

Desde el divorcio de sus padres, la relación con su hermana pequeña tomó un rumbo conocido: por más que no quiera, al final siempre está allí para cuidarle la espalda, para luego discutir a los gritos a mitad de la calle y pasarse la sal a refunfuños en la cena. Una relación típica de hermanos, vamos.

Entre el divorcio y las constantes discusiones, los problemas financieros y los de salud que atravesaba su padre, fue casi imposible para ellos darle la atención debida a sus hijos. Tadeo, que amaba demasiado a su madre para verla desgastarse con ellos, ¿cómo no iba a hacer hasta lo imposible por ella? ¿Y su hermanita? Que sí, quieren agarrarse de los pelos a cada rato, pero Tadeo no por eso deja de sentir el instinto de protegerlas a ambas, aunque sea algo que no le correspondía ni entonces ni ahora.

ORÍGENES DE UN CAMELLO

La mitad de los días, Tadeo se odia a sí mismo. La otra mitad, Tadeo odia a los demás.

Se involucró con las drogas cuando Anahí comenzó a descender primero en la espiral de ese mundo. Alguien debía cuidarla de sí misma y pagar sus deudas, alguien debía arreglárselas para que a mamá no la sobrepasara la vida, y ojalá no hubiera tenido a alguien que se lo hiciera simple.

Pero lo tuvo, y Franco careció de reparos al abrirle las puertas del bajo mundo, al narcotráfico y a las peleas de perros.

Una vez dentro, fueran los días que se odiaba a sí mismo o en los que los odiaba a ellos, ya no salió. Porque, ¿qué haría, si lo hiciera?

FRANCO Y SOLEDAD

Tadeo conoció a mucha gente de paso en su vida. De todos, Franco y Soledad son los más cercanos.

Franco, el Perro, puede ser fastidioso e irremediable, pero tiene las dos cualidades que más valora Tadeo: va de frente y es leal hasta el infierno. Un perro franco. Aunque quiera matarlo la mitad del tiempo, Tadeo no puede negar que es el mejor amigo que ha tenido.

Soledad maneja El Refugio, un motel de quinta al sur de la ciudad al que suelen recurrir los que no tienen a dónde ir. Los solitarios. Tadeo la conoce desde la primaria, ella solía ir a su casa después de clase con Mecha, la hermana pequeña y mejor amiga de Anahí. Para él, Soledad es la única que entiende la carga que lleva respecto a la adicción de su hermana.